sábado, 7 de noviembre de 2009

UNA MUJER REVOLUCIONARIA

" LA ADELITA "
¡CÁNTEME OTRA, MI GENERAL!

Todo mundo la conoce, pero pocos saben quién era. Una de las leyendas cuenta que “La Adelita” nació del amor que el joven capitán del Ejército Constitucionalista Elías Cortázar Ramírez sentía por una joven tampiqueña llamada Adela.

Esta misma versión dice que el capitán compuso esta “doliente canción” en 1915, desesperado ante las indiferencias de la hermosa mujer que desdeñaba siempre los requerimientos de su amor. Es la melodía de un joven que, “ante el temor de morir en campaña, hacía votos de fidelidad eterna”.

“Ante el acoso de las fuerzas villistas, las tropas a las que pertenecía Cortázar Ramírez tuvieron que salir de Tampico para combatir, pero su canción fue con él y pronto empezó a ser conocida entre los soldados norteños, debido a que su autor la cantaba por las noches frente al vivar encendido de su campamento”.

Cuenta esta misma leyenda que el capitán murió en combate y la letra de su canción fue arreglada para narrar el episodio de su agonía y el último adiós a esa mujer que amaba.

Otra versión aderezada también de heroísmos y amor, relata que en 1914 Adela Velarde Pérez, originaria de Ciudad Juárez Chihuahua, formaba parte del grupo de la Cruz Roja que atendía a los heridos de la División de Oriente.

En uno de los combates entre las tropas de Villa (Francisco) y los constitucionalistas resultó herido un joven sargento de nombre Antonio del Río Armenta, a quien Adela Velarde atendió hasta su recuperación.

El joven y apuesto militar se enamoró perdidamente de Adela e hizo algunos versos para dedicárselos a su amada y una noche entonó la canción de “La Adelita”, que no conocían las tropas villistas y que los carrancistas habían llevado desde Tampico, pero que él adaptó y presentó como obra suya.

Gustó tanto que a partir de entonces los soldados villistas la cantaban en los trenes y campamentos llevándola por todo el país al grado de considerarla como su himno.

En la toma de Torreón, Del Río Armenta murió. Adela Velarde fue condecorada varias veces y más tarde, se le reconoció como veterana de la Revolución. Se dice que Adela Velarde conoció y trató a varios generales entre los que se encuentran el mismo Venustiano Carranza, Pablo González, Jacinto B. Treviño y Cesáreo Castro.

La correspondencia de Hermenegildo Cuenca a Moya Palencia cita que los orígenes de la canción siguen siendo un misterio, ya que hay quienes señalan que “La Adelita” fue compuesta por un personaje anónimo de Ometepec, Guerrero, por allá de 1892, casi 20 años antes del primer gran movimiento armado del siglo XX.


“LA ADELITA”

En lo alto de la abrupta serranía
acampado se encontraba un regimiento
y una moza que valiente lo seguía
locamente enamorado de un sargento.
Popular entre la tropa era Adelita,
la mujer que el sargento idolatraba,
porque a más de ser valiente era bonita,
que hasta el mismo coronel la respetaba.
Y se oía, que decía,
aquel que tanto la quería:
que si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar,
si por mar en un buque de guerra,
y si por tierra en un tren miliar.
Y después que terminó la cruel batalla
y la tropa regresó a su campamento,
por las bajas que causara la metralla
muy diezmado regresó el regimiento.
Recordando el sargento sus quereres,
los soldados que volvían de la guerra,
ofreciéndole su amor a las mujeres
entonaban este himno de la guerra.
Y se oía, que decía,
aquel que tanto la quería:
que si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar,
si por mar en un buque de guerra,
si por tierra en un tren militar.
Y si acaso yo muero en campaña
y mi cadáver lo van a sepultar,
Adelita, ¡por Dios!, te lo ruego,
que con tus ojos me vayas a llorar.
Y si Adelita quisiera ser mi novia,
y si Adelita fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel,
si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar.
Si por mar en un buque de guerra,
si por tierra en un tren militar.
Y si acaso yo muero en la guerra,
y si mi cuerpo en la sierra va a quedar,
ay, Adelita, ¡por Dios!, te lo ruego,
que por mis huesos no vayas a llorar.
Si Adelita quisiera ser mi esposa,
si Adelita ya fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla conmigo al edén.
FUENTE DE INFORMACION:
REVISTA SEMANAL "DIA SIETE"
POR JACINTO R. MUNGUIA.

No hay comentarios: